Los cimarrones, descendientes de esclavos africanos en Brasil, han luchado durante mucho tiempo por el reconocimiento de su tierra. Tras la abolición del comercio de esclavos, fueron abandonados y condenados al ostracismo, desprovistos de sus derechos y marginados de la sociedad brasileña. Sin embargo, poco a poco la situación ha ido cambiando en las comunidades rurales. En la constitución de 1988, se concedió a los cimarrones de Brasil el acceso a los derechos sobre la tierra, y desde entonces han trabajado activamente para asegurarse la tenencia de aquellas tierras donde muchos de ellos llevan viviendo varias generaciones.
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